Esta serie anime la empecé a ver poco después de haber terminado el manga que ya os comenté anteriormente, A silent voice. Cierto es que una alumna me comentó esta serie, por lo que no sabía muy bien con qué me iba a enfrentar.
Me encontré ante una muy buena serie. Me encanta esa combinación de diferentes tipos de animación que se usa a lo largo de la obra, puesto que en los momentos más cómicos el manga se dibuja con un estilo mucho más desenfadado mostrando así visualmente la comicidad del momento.
Una de las cosas que más me sorprendió fue que el protagonista de la historia tuviese gafas. No porque crea que no debiera tenerlas, sino porque pocos son los mangas o animes que he visto en los que el protagonista necesita de éstas. Lo primero que pensé fue la dificultad técnica que ello podría suponer para ciertos ángulos o puntos de vista que las escenas pudiesen requerir; pero enseguida pude percatarme cuán sencilla era la solución.
Del mismo modo que el manga que he comentado en el párrafo primero y a muchas otras obras de manga y anime, su final es bastante abierto. El círculo no se cierra por lo que es normal no querer dar un final a la obra. Que cada espectador valore y piense cómo debería continuar la obra es algo que no es competencia del creador del manga original, Naoshi Arakawa.
Esta serie que ya me está tentando a comprar en su formato escrito, el manga. Se ve que me estoy empezando a aficionar a este género de manga, por lo que estoy abierto a cualquier recomendación que me queráis hacer.
En definitiva, una serie de 22 capítulos, con grandes dosis de emociones que a veces están dispuestas a hacer que nuestros lagrimales se pongan en funcionamiento y en otros momentos lo que conseguirá es que nos riamos mucho por las cómicas situaciones que los alumnos protagonistas de la obra nos brindan.
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