Rick y Morty es, de lejos, la serie de animación de moda. Más de un amigo me la recomendó, y sabido es que me costó mucho arrancar con la serie. El episodio piloto lo comencé varias veces, pero casi siempre lo terminaba quitando antes de terminarlo. A día de hoy espero ya la cuarta temporada. ¿Cómo hubo tal cambio en mí para con la serie? Sigue leyendo y lo descubrirás.
La serie parte de la locura más extrema. Con constantes giros argumentales, sabes que cualquier cosa puede pasar en esta serie y que no tienes por qué entender todo lo que ocurre, porque algunas cosas son así simplemente porque patata. No hay razonamiento lógico en ciertos elementos, pero la verdad es que la serie tiene un equilibrio que termina por gustar.
Una de las cosas a la que más me costó acostumbrarme de la serie fue la animación de la serie. Tal vez porque esté acostumbrado a las trabajadas animaciones del Studio Ghibli o del anime japonés, el hecho es que al principio no me gustaba nada la estética de Rick y Morty. Una vez hecha la adaptación, la verdad es que sabes apreciarla.
Volviendo al primer capítulo de la serie, un elemento totalmente disruptor para mí fue la completa falta de introducción. La serie empieza a saco. Cuando ya te has visto una temporada entera (o al menos tres o cuatro capítulos) entiendes que si a la serie la hubiesen presentado de otro modo hubiese sido un fallo. Esta serie no se anda con medias tintas, pasa como un elefante por una cacharrería.
Personalmente creo que la serie tiene cierta huella de Regreso al Futuro. Veo en Rick una versión extrema de Emmet Brown, y en Morty una estúpida versión de Marty McFly. Si es así o no lo desconozco, pero yo al menos así lo veo y por ello os lo cuento.
En definitiva, una serie para quien le guste el humor negro, la ciencia ficción y la teoría de los multiversos. Como anécdota final, os dejo un enlace de un youtuber científico que habla maravillas de la serie. Si no te lo crees échale un vistazo.